Pues hoy me apetece contarte mi historia de cómo empecé en el mundillo profesional de la ilustración y de cómo me está yendo a día de hoy. Como siempre digo, no soy una experta y sé lo justito gracias a mi corta experiencia, pero creo que no está de más compartir las hazañas de uno mismo por si le puede servir de ayuda a alguien que esté empezando.
La verdad es que esto de la ilustración fue algo que surgió sin esperármelo, ya que yo iba a estudiar la carrera de Turismo en la UAB y había cursado el bachillerato social en el instituto. Vamos, que mi idea era tirar por la rama de economía. Fue ya en la universidad cuando, un día sentada en clase miré a mi entorno y me dije "¿Qué coño estoy haciendo aquí?". No encajaba para nada en ese mundo, lleno de pijos con sus Macs y bolsos de marca (con perdón). Pero es que realmente no pintaba nada yo ahí. Así que abandoné el primer mes del curso.
Pasé gran parte de ese año perdida, angustiada, sin saber qué hacer con mi vida. Tantos años convencida de que me dedicaría "a no sé el qué" relacionado con el turismo y ahora me veía en casa, sin planes de futuro, sin nada que hacer, mientras que toda la gente que conocía estaban entusiasmados con sus respectivas carreras.
Yo era de esas personas que había dibujado desde que tenía uso de razón, como muchos. Pero siempre me autoconvencía de que esto del dibujo no podía ser más que un hobby, que no daba de comer. Así que durante ese asqueroso año me dediqué a dibujar todo lo que no había podido dibujar en el instituto. Fue una especie de refugio para evadirme de todos los pensamientos negativos que me invadían día a día.
El que era mi pareja por aquel entonces, se dedicaba también al dibujo y estudiaba Artes Gráficas en una escuela de Barcelona. Fue gracias a él que conocí la Escola Joso y gracias a su pasión por el dibujo (que acabó contagiándome), finalmente me animé a cursar ilustración.
La verdad es que estaba aterrada por lanzarme a la piscina. Me parecía surrealista el giro que iba a dar mi vida académica y sentía una especie de vértigo. Pero mereció la pena. Los tres años que pasé en aquella escuela han sido los más felices de mi vida. Allí descubrí mi pasión por la literatura infantil y juvenil y supe que esa iba a ser la rama por la que querría tirar una vez fuera de la escuela.
Aprendí tantísimo sobre tantas cosas... Aprendí a dibujar obviamente, pero sobre todo aprendí a ver la ilustración como un verdadero oficio.
Fue durante el último año del curso, en 2020, que empecé con los primeros trabajitos como colorista en una serie de cuentos infantiles además de realizar encargos varios a particulares. Pero con la llegada de la pandemia hubo un pequeño parón. Por suerte no fue tan catastrófico, ya que aproveché esos tres meses de confinamiento para dibujar a tope, experimentar estilos, paletas, renovar el portfolio, activarme en redes y terminar el curso en la Joso telemáticamente, claro.
Una vez diplomada, empecé a colaborar con escritores que necesitaban ilustraciones para dar salida a sus proyectos. Conocí gente realmente maja y con muy buenas ideas. Pero enseguida tuve que aparcarlo porque me empezaron a entrar proyectos editoriales serios.
La verdad es que no me dio tiempo a tirarme días y días enviando mails y portfolios a editoriales como yo me había imaginado. Diría que casi todos los proyectos que me llegaron al principio fueron gracias a Instagram. Siempre lo he usado de escaparate para mostrar mi trabajo. Y nunca me canso de repetir que es importante estar activo en esta red social ya que es muy visual y para la gente que nos dedicamos a esto nos viene ideal. El inconveniente que yo veo ahora es que los nuevos algoritmos cada vez nos restan más visibilidad y resulta muy complicado llegar al publico. Pero pienso que sigue siendo una herramienta fundamental para nosotros.
Creo que la primera oportunidad fuerte que me empujó a darme más a conocer me la dio la editorial Bromera. Me ofrecieron ilustrar un álbum escrito por una autora de renombre y que además, había sido galardonado por el Premio Algar de álbum ilustrado. Es una muy buena editorial y hacen buena promoción de sus libros. Incluso participan en la feria de literatura infantil de Bolonia, a la cual es muy recomendable asistir una vez en la vida mínimo.
Ahora ya hace unos 2 años que me dedico plenamente a la ilustración y, obviamente tiene sus cosas buenas y sus cosas malas:
Por un lado, creo que no tengo palabras para describir la felicidad y satisfacción que me produce levantarme cada mañana, ir a mi estudio y perderme durante horas en mis dibujos. Es una sensación que no me ha dado ningún otro trabajo. Por no hablar del momento en el que llegan los ejemplares de tu libro a casa. Poder ver tu trabajo en un soporte tangible es de lo más gratificante que hay, al menos para mi, que mi sueño era ver mis dibujos en un libro.
Pero todo trabajo tiene su lado oscuro. Está claro que es un oficio complejo a nivel económico y más en este maravilloso país. Ha habido muchos proyectos que he tenido que rechazar por las pésimas condiciones que me ofrecían. Hay proyectos que no han salido adelante por la mala comunicación o por no tener muy buen feeling con los editores o directores de arte. Y cuando eso pasa duele, duele mucho. Y ya no quiero ni hablar del dolor de cabeza que supone ser autónomo.
He tenido muchos altibajos en estos dos años. Momentos de pensar que no valía para el oficio, de que se me apoderaba el maldito síndrome del impostor, de compararme con otros dibujantes, de sentir en muchas ocasiones rabia, tristeza, frustración, indignación...
Muchas veces me sentía que era la única a la que le pasaban estas cosas, pero después hablaba con otros ilustradores y me daba cuenta de que también las han vivido de mil colores.
Y ahora viene la gran pregunta: ¿Se puede vivir al 100% de la ilustración?
Pues supongo que sí, porque sé de gente que lo está haciendo. Ahora bien, personalmente no puedo confirmarlo todavía. Sinceramente, yo lo estoy viendo bastante imposible. Es cierto que aún llevo poco tiempo como para afirmar que no se puede vivir de ello. Me falta mucho recorrido. Solo puedo decir que ahora mismo me resultaría imposible independizarme, pagar alquiler, cuotas de autónomo, facturas y todo lo demás.
Desgraciadamente, estoy viendo que hay un desequilibrio muy grande en la industria del libro aquí en España. Porque por un lado, la mayoría de editoriales españolas no pagan grandes cantidades de anticipo a los ilustradores y en la mayoría de los casos los royalties dan pena. Y por otro lado, tenemos que afrontar unas cuotas de autónomo desorbitadas que nos desangran cada mes. Por tanto, lo veo muy difícil de momento.
A veces me dicen, ¿Y porqué no pillas más proyectos y así ganas más? Pues honestamente, con dos o tres proyectos a mi ya no me da la vida. No sé si es que no me sé organizar bien o que voy lenta trabajando, pero entre que las editoriales siempre van con un ritmo frenético y que dan poco margen de tiempo para entregar... A mi me resulta imposible coger más de tres trabajos a la vez. Y que uno también necesita un mínimo de tiempo libre para descansar, ¡que no somos máquinas de dibujar!
Ahora bien, hay alternativas. Uno puede trabajar para editoriales del extranjero por ejemplo, que tengo entendido que pagan el doble que aquí. Ahí el panorama ya cambiaría. Yo no he tenido la oportunidad de trabajar fuera pero creo que sería una muy buena opción.
O también se puede currar en otros ámbitos de las Artes Gráficas, no solo existe el mundo editorial. Se trata de diversificar. Por ejemplo, está la publicidad, prensa, ilustración científica, diseño gráfico o incluso animación y 3D y, ¿por qué no? profesor de dibujo también habría que considerarlo.😆
También he de decir, que al llevar tan poquito dedicándome a esto no me ha dado tiempo aún de cobrar derechos de autor por la ventas de los libros que he hecho durante el último año. Solo he podido cobrar los anticipos de momento. Así que quiero pensar, que cuando pase un tiempo notaré los beneficios de mi trabajo.
En resumen:
El primer año es el más chungo. Hay pocos ingresos y tienes que invertir muchas horas en crear contenido de calidad para el portfolio, en ser constante en redes sociales y no decaer. Invertir en pagina web, asistir a eventos si se puede, presentarse a concursos... En fin, todo lo que se pueda hacer para ir generando contactos y dar tu trabajo a conocer.
El segundo año mejoró bastante. Empezaron los encargos interesantes, las primeras publicaciones editoriales y los ingresos crecieron pero aún sin ser dignos.
Y el tercer año, pinta mejor. Ya tengo algunos proyectos apalabrados de literatura infantil y juvenil y libros pendientes de ser publicados. Y con un poquito de suerte, también empezaré a cobrar por fin los derechos de las ventas del año anterior y cesiones al extranjero.
En conclusión:
Desde mi punto de vista, la clave está en ser constante y no desanimarse. No hay que esperar a que la motivación caiga mágicamente del cielo para comenzar a dibujar. Hay que currar. Te sientas motivado o no. De hecho, yo he experimentado que solo me motivo cuando dibujo y veo que los resultados van siendo cada vez mejores.
Se trata de invertir la rueda. En vez de no dibujar y desmotivarse más y más, prueba de ponerte a dibujar para ir motivándote poco a poco. Aunque al principio los resultados no sean los esperados. Ya llegará el momento en el que consigas plasmar en el papel justo lo que tienes en tu mente.
Por ultimo, supongo que es evidente, pero es fundamental que uno empiece a buscar trabajo por aquel campo que le interese más de la ilustración. Es decir, si te encanta el mercado del libro infantil como a mi, ve a por ello. Porque en tus ilustraciones se notará la pasión y las ganas y eso hará que tu trabajo transmita más.
No es un camino fácil, ¿pero cual lo es en esta vida?
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